"El ambiente propicio para la formación del ser humano debe contener los elementos básicos de la Naturaleza que ha nutrido la evolución de nuestra especie. Además estará saturada de toda clase de ingredientes culturales que caracterizan la vida humana. La responsabilidad del adulto es entonces doble: hacia la calidad del ambiente natural y cultural, y por otro lado cuidando que los mecanismos naturales de interacción entre el niño y su medio no sean interferidos."
Rebeca Wild, Ambientes propicios para el desarrollo, Quito,
Fundación Educativa Pesatalozzi, Boletín No 6, Junio 1990
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