La Inteligencia del juego: ¿Cómo se define el juego infantil?
Os pongo el enlace a este fantástico artículo colgado en la web de Ojo de Agua titulado La Inteligencia del Juego por Javier Herrero. En su página encontraréis información sobre este interesantísimo proyecto educativo y, además tienen mucha información con sentido, sobretodo artículos y bibliografía. Todos los recursos son gratis y están bajo licencia creative commons.
Este es sólo un pequeño extracto del texto en las partes que describe el juego, cómo se aprende jugando y cuál debería ser el papel del juego en la escuela. Abajo tenéis el enlace al artículo completo.
"En mis experiencias con niños y jóvenes a lo largo de los últimos trece años, he podido constatar una constante presencia del juego en la actividad espontánea de niños y jóvenes. Ello me ha llevado a intentar conocer más sobre esta actividad que compartimos no sólo con los seres humanos de todas las culturas, sino con una variedad increíble de otros animales.
Pero, antes de comenzar, una breve advertencia al lector: no hay manera de comprender verdaderamente el juego sin recordar nuestras emociones al jugar. Por eso, tal como afirma el Stuart Brown, dejar la emoción del juego fuera de la ciencia es como dar una fiesta y servir fotos de comida.
[...]
¿Qué es el juego?
¿Cuándo podemos decir que una persona está jugando? ¿Cuáles son las características que definen esta actividad? A continuación detallamos algunas de ellas:
> Es una actividad elegida y dirigida por uno mismo.
El juego es, primero y sobre todo, lo que una persona desea hacer, no lo que una persona se siente obligada a hacer. Los jugadores no sólo eligen jugar, sino cómo jugar. La libertad más básica en el juego es la libertad para terminar que asegura que todos los jugadores están haciendo lo que quieren hacer.[...]
> Responde a una motivación interna.
El juego es una actividad realizada por sí misma, más que por una recompensa distinta de la propia actividad. En otras palabras, es una conducta en la que los medios son más valorados que los fines. Cuando no estamos jugando, lo que más valoramos son los resultados de nuestras acciones. [...] El proceso —no el producto— es lo que motiva. [...]
> Es una actividad estructurada por reglas mentales.
El juego es una actividad libremente elegida, pero no es una actividad libre en su forma. El juego siempre tiene una estructura; las reglas del juego son los medios, conceptos mentales que con frecuencia requieren de los jugadores un esfuerzo consciente para mantenerlos en mente. Las reglas del juego proporcionan fronteras dentro de las que la acción debe transcurrir, pero no dictan cada acción con precisión, ya que el juego requiere auto-dirección.[...] Una vez más, el juego requiere consenso.
> Es una actividad imaginativa.
El juego involucra algún tipo de retiro mental del mundo real presente inmediato. El aspecto fantástico del juego está íntimamente conectado con la naturaleza del juego basado en reglas. Por ejemplo, los reyes pueden moverse con pasos largos o cortos, pero en el juego del ajedrez, los reyes sólo pueden moverse con pasos cortos. En la medida en que el juego tiene lugar en un mundo de fantasía, debe estar gobernado por reglas que residen en la mente de los jugadores, más que por las reglas de la naturaleza. Las reglas del juego no están basadas en las condiciones del mundo real; son producto de la imaginación. [...]
> Es una actividad producida en un marco mental activo, pero relajado.
El juego involucra un control consciente del propio comportamiento, con atención a los procesos y a las reglas, requiere una mente activa y alerta porque el juego no es una respuesta a las demandas de otros o a las potentes necesidades biológicas, ya que la persona que juega está relativamente liberada de los fuertes impulsos y emociones que se experimentan bajo la presión y el estrés. Y debido a que la atención del jugador está enfocada en el proceso más que en el resultado, la mente del jugador no está distraída con el miedo al fracaso; de modo que la mente que juega está activa, alerta, pero no está en tensión. La atención se mantiene armonizada con la actividad misma y hay una reducción de la conciencia del yo y del tiempo. La mente está envuelta en las ideas, reglas y acciones del juego. Es un estado mental que se ha demostrado en muchos estudios de investigación psicológica ser el ideal para la creatividad y el aprendizaje de nuevas destrezas.
> Es una actividad sin propósito aparente.
Su valor reside en sí misma. Las actividades de juego parecen no tener ningún valor de supervivencia. No contribuyen a la obtención de dinero o comida. No se realizan por su valor práctico. Por ello la gente piensa que son una pérdida de tiempo.
> Ofrece un potencial de improvisación.
No estamos limitados a una manera rígida de hacer las cosas. Estamos abiertos a la suerte, al azar. Estamos deseosos de incluir elementos aparentemente irrelevantes en nuestro juego. [...] Vemos las cosas de diferente manera y tenemos nuevas percepciones. Estas percepciones no eran la razón de jugar, pero llegan como resultado de ello.
> Ofrece un deseo de continuar.
Deseamos mantenernos jugando y el placer de la experiencia impulsa ese deseo. Encontramos maneras de mantenernos en ello. Si algo amenaza con detener la diversión, improvisamos nuevas reglas o condiciones de modo que el juego no acabe. Y cuando acaba deseamos empezar de nuevo.
[...]
Los aprendizajes que nos trae el juego
A estas alturas, ya no será una sorpresa si proponemos que jugar ayuda a aprender. Esta es una afirmación aparentemente paradójica, aunque también una consecuencia lógica de los hechos descritos anteriormente. En el juego, la mayor parte del tiempo somos capaces de probar cosas sin amenazar nuestro bienestar físico o emocional. Estamos seguros precisamente porque estamos jugando. En el juego podemos imaginar situaciones que nunca antes nos hemos encontrado y aprender de ellas. Podemos crear posibilidades que nunca han existido pero que pueden hacerlo en el futuro. Realizamos nuevas conexiones cognitivas que encuentran su camino en nuestras vidas cotidianas. Aprendemos lecciones y destrezas sin ponernos directamente en riesgo.
Este proceso no es válido sólo para nuestro desarrollo a lo largo de la infancia, sino que puede ser útil durante toda nuestra vida si no nos olvidamos de cómo hacerlo. El proceso de jugar a imaginar una realidad y combinarla con la realidad misma de nuestra propia experiencia en un entorno de juego es, al menos en la infancia, la manera en que desarrollamos nuestra comprensión personal del funcionamiento del mundo. Esto lo hacemos inicialmente imaginando posibilidades, estimulando lo que podría ser y probando esto frente a lo que verdaderamente es. Aunque pueda parecer en un principio un rasgo infantil, un examen más atento de nuestra narrativa interna como adultos (nuestra corriente de conciencia) revela algo similar. [...]
Cuando no estamos sometidos a una situación de vida o muerte, el ensayo y error siempre nos trae nuevas cosas que aprender. Tiene sentido, pues, diseñar entornos de aprendizaje relajados y libres de tensión para promover una actitud lúdica y optimizar los posibles aprendizajes.
En el juego también aprendemos cómo relacionarnos con los éxitos y fracasos de la vida con elegancia. Al final, aprendemos a darnos la mano y dejar que las emociones desaparezcan, algo que es útil tanto en la vida real como en los juegos. El juego debe ser el instrumento más efectivo para el aprendizaje, pues incrementa su potencial. El juego no es el enemigo del aprendizaje, es el compañero del aprendizaje. El juego es como el abono para el crecimiento cerebral. Es estúpido no utilizarlo.¡Quién podía imaginar que aprender pudiera ser jugar!
El lugar del juego en la educación
La educación puede definirse como el conjunto de procesos por los que cada generación de seres humanos adquiere la cultura en la que crecen. El profesor del Boston Collage, Peter Gray, ha realizado un minucioso análisis de la educación en las tribus cazadoras recolectoras que indican que los jóvenes humanos están diseñados por la selección natural para adquirir la cultura a través del juego autodirigido y la exploración.
Como cada vez más personas saben, escolarización y educación no son términos idénticos. La escolarización es una innovación cultural relativamente reciente. Consiste en que los adultos proporcionen ciertos marcos de referencia y procedimientos diseñados para enseñar ciertas habilidades, creencias y conceptos a los jóvenes. La educación, por el contrario, está lejos de ser nueva; es más antigua que nuestra especie. Aplicada a nuestra especie, la educación es el conjunto de procesos por los cuales una nueva generación de seres humanos, en cualquier grupo cultural, adquiere las destrezas, conocimientos, rituales, creencias, tradiciones y valores —en resumen, la cultura— de la generación anterior. [...]
Nuestra supervivencia depende de la habilidad de las jóvenes generaciones para adquirir las destrezas y conocimientos únicos de la cultura en la que hemos nacido. De acuerdo con este punto de vista, la selección natural extiende el impulso del juego y lo moldea para incluir un fuerte componente de imitación. Así, los cachorros humanos juegan no sólo para desarrollar destrezas específicas de su especie —como los otros mamíferos— sino también para desarrollar destrezas específicamente culturales. Según Groos, los niños vienen al mundo con un impulso innato de observar su entorno y a los adultos en él, especialmente a los que más admiran.
Además del juego, la otra poderosa fuerza del niño para autoeducarse es la curiosidad. El aprendizaje puede dividirse a grosso modo al menos en dos amplias categorías —aprender a hacer (aprendizaje de destrezas) y aprender sobre (aprendizaje de información). El juego sirve al primero y la exploración al segundo. [...] Es por eso que conversar es una actividad central para cualquier cultura humana. También explica por qué los niños y jóvenes prestan una atención especial a las actividades y conversaciones de los más mayores y de los adultos y por qué, cuando se sienten libres, preguntan sin parar sobre las cosas que suceden.
Peter Gray propone una serie de condiciones para maximizar el desarrollo de las características que favorecen el aprendizaje de las destrezas necesarias para la adquisición de la cultura por parte de los jóvenes :
- Tiempo y espacio para el juego y la exploración.
- Mezcla libre de niños y jóvenes de diferentes edades (el juego del grupo de diferentes edades es cualitativamente diferente del juego del grupo de una misma edad. Es menos competitivo, más nutritivo y ofrece oportunidades únicas de aprendizaje tanto para los más mayores como para los más jóvenes
- Acceso a adultos bien informados y cariñosos.
- Acceso a recursos y libertad de jugar con los recursos.
- Libre intercambio de ideas.
- No estar sometido a intimidación (de acuerdo con los antropólogos, las relaciones personales muy cercanas, la mezcla de edades y la ética igualitaria, no competitiva trabajan muy eficazmente para impedir una seria intimidación).
- Inmersión en una comunidad democrática; la inmersión en un proceso democrático dota a las personas con un sentido de responsabilidad que contribuye a impulsar la educación. Si mi voz cuenta, si tengo una participación real en lo que el grupo hace y en cómo funciona, entonces me pensaré cuidadosamente las cosas y hablaré con sabiduría. Soy responsable no sólo de mí mismo, también de la comunidad; de modo que tengo una buena razón para educarme a mí mismo en los asuntos que conciernen a la comunidad.
Por todo lo anterior, nuestra propuesta es que el juego libre entre con derecho propio como herramienta principal en los entornos de aprendizaje porque en el juego libre, están presentes todos los patrones que son relevantes para el crecimiento, la flexibilidad y aprendizaje. Desafortunadamente, a menudo olvidamos esto o, quizá, elegimos no enfocarnos en la necesidad del juego porque estamos bajo una fuerte presión de lograr resultados. Aunque es una admirable meta (e incluso necesaria) asegurarnos de que todos los niños alcanzan un cierto mínimo nivel de educación, el resultado con frecuencia es un sistema en el que a los estudiantes se les proporciona un enfoque educativo de “habilidades y ejercicios” y materias no esenciales como arte o música son eliminadas. La neurociencia del juego ha demostrado que este enfoque es erróneo, especialmente al considerar que los estudiantes de hoy se enfrentarán a trabajos que requerirán mucha más iniciativa y creatividad que el aprendizaje de memoria con que el que este enfoque educativo les prepara. De alguna manera, están siendo preparados para el trabajo del siglo veinte, para el trabajo de la producción en línea, en el que los trabajadores no tienen que ser creativos e inteligentes, sólo tienen que introducir el tornillo asignado al agujero asignado.
Siguiendo en esta línea, podemos pensar que estamos ayudando a preparar a nuestros hijos para el futuro cuando organizamos todo su tiempo, cuando continuamente les llevamos de una a otra actividad organizada y regulada al estilo adultos, pero en realidad les estamos robando el tiempo que necesitan para descubrir por sí mismos sus talentos y conocimientos más vitales. Podemos estar privándoles del acceso a una motivación interna para una actividad que después florecerá en una fuerza motivadora para la vida.
[...]."
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