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La pasta de sal es un recurso fantástico, la textura de la masa y la forma de trabajarla se parece al trabajo de amasar pan y realmente los niños y niñas conectan mucho con este tipo de materiales. Es un sustituto ideal para la plastilina, que está hecha de plástico, y una forma de trabajar casi tan polivalente como el barro.

La receta es bien sencilla:
- 2 partes de harina (se pueden usar otras harinas, no sólo la de trigo, nosotros usamos la de arroz por las alergias)
- 1 parte de sal
- 1 parte de agua

Se pone en una superficie la harina y la sal, formando una montaña y, en medio, se hace un agujero (como un volcán). Se va añadiendo poco a poco el agua y mezclando, amasándolo y añadiendo más agua. Es posible que sobre un poco de agua, pero si al final el resultado es demasiado pastoso, se puede añadir poco a poco más harina, hasta conseguir una masa uniforme: que no se enganche en los dedos (demasiada agua) y que tampoco se desprendan trozos al trabajarla (falta de agua).

La masa se debe trabajar en una sola sesión, porque una vez empieza a secarse es difícil añadir masa nueva.

Se debe dejar secar y después, si se desea mayor durabilidad, se puede hornear. Podéis ver en la web de Arteazul las indicaciones de grados y tiempo para el horno.

En muchos sitios indican que la pasta de sal se puede mantener en un recipiente hermético dos días, nosotros guardamos la pasta de sal de forma casi indefinida (ya que la usamos simplemente para jugar a hacer formas y luego la guardamos nuevamente). Lo único que cuando la vuelves a abrir, a menudo hay que rectificarla un poco, añadiendo agua, harina o sal, según se vea la necesidad.


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