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La pequeña Sal y su mamá deciden pasarse el día cogiendo arándanos en la montaña, cada una con su cubo (una pequeño, otra más grande) y clinc, clanc, clinc, clanc, Sal se va comiendo tantos frutos como recoge sin  que apenas hayan podido estar en su cubo. A su vez, en el otro lado de la montaña, una mamá oso y su osezno, se enfrascan en la ardua tarea de comer tantos arándanos como puedan para almacenar fuerzas para el invierno.

Arándanos para Sal es uno de esos libros sencillamente mágicos, que de una forma natural fascinan a los niños y deleitan a los adultos.
Leyéndolo, uno podría creer que los niños que lo están mirando se encuentran de verdad trasladados a esa montaña compartiendo un rato con esa pequeña niñita que comiendo-comiendo arándanos se aleja de su madre hasta encontrarse con la mamá oso, de forma que durante unos instantes hay un cambio de identidad entre las dos crías (la humana y la osa) que pasa desapercibido para las madres. Un pequeño aire de tensión que se resuelve con suavidad y ternura.

Un libro hermoso, sin dudarlo. Como lo son las ilustraciones, en blanco y negro, dibujadas por Robert Mc Closkey con destreza y sencillez.

Mis hijos, a pesar de encontrarse ya en una edad en la que desean escuchar historias más largas y complejas, se dejaron llevar por la simplicidad y la belleza, tanto de la historia como de sus imágenes. No se si será porque todos tenemos en nuestro corazón el anhelo de ser recolectores, por el placer de estar haciendo despensa para el invierno, por la sensación de que el tiempo no pasa en el cuento, por la protección de la madre humana y de la madre oso... pero es un libro hipnótico para los pequeños.

Uno de los pocos libros ilustrados que han querido repetir nada más acabarlo.





Otros cuentos que adoramos en casa y puedes encontrar en el blog son "Vamos a cazar un oso" "Orejas de mariposa""El Bunyip" y "El topo que quería saber quien le había hecho eso en su cabeza".

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